lunes, 1 de mayo de 2017

Los vagabundos de la cosecha

"Nunca logran ser admitidos en la comunidad ni en la vida de la comunidad. Son auténticos vagabundos a los que se les niega el derecho a integrarse en  las poblaciones que necesitan sus servicios."

Este mes, bueno, en realidad este bimestre, hemos tenido un cambio de libro que nos ha llevado de las más de 500 páginas de Germinal a las escasas 120 páginas de Los vagabundos de la cosecha, de John Steinbeck.

Y claro, mi fangirl interior estaba contenta de antemano, porque lo poco que he leído de este señor me ha entusiasmado (Al este del Edén, De ratones y hombres, Cannery Row). No puedo opinar del señor Zola, pero creo que hemos ganado con el cambio.

En poco más de 100 páginas Steinbeck intenta (y consigue, apoyado en las páginas finales por una serie de fotografías de Dorothea Lange) que veamos a través de sus ojos la realidad de los campesinos estadounidenses que, debido a una época de gran sequía, se vieron obligados a abandonar sus granjas y lanzarse a la carretera para ofrecerse como temporeros. Estos artículos son la base de lo que más adelante sería una de sus novelas más conocidas, Las uvas de la ira.

Nadie describe como Steinbeck, eso es así. Sientes el camino polvoriento a tu alrededor, ves las caras quemadas por el sol y agotadas por la mezcla de trabajo, hambre y desesperación. 

"Son hombres que trabajaban duro en sus granjas y estaban orgullosos de ser dueños de la tierra y de vivir en ella. Son americanos hábiles e ingeniosos que han vivido el infierno de la sequía y que han visto cómo sus tierras se marchitaban y morían, cómo el viento se las llevaba, y éste, para un hombre que ha sido el dueño de sus tierras, es un dolor extraño y terrible [...] En el rostro del marido y en el de su mujer empieza a percibirse una expresión que se aprecia en todos los rostros. No se trata de preocupación: es el terror absoluto al hambre que acecha en los márgenes del poblado y que intenta colarse dentro."

Steinbeck muestra su preocupación por estos nuevos temporeros, expropietarios y sobre todo, ciudadanos blancos y estadounidenses, y cómo este sistema de explotación a los temporeros no es sostenible ni compatible con la democracia...no deja de tener sentido y ser a la vez preocupante que la preocupación nazca cuando los explotados se empiezan a parecer a nosotros. Estamos a primeros de los años treinta, faltan veinticinco años para que se empiece a hablar en Estados Unidos de derechos civiles.

"Los próximos jornaleros serán blancos y americanos. No podemos cerrar los ojos: debemos cambiar nuestra actitud hacia los temporeros y el trato que les dispensamos [...] Son buenos americanos, hábiles, inteligentes y, cuando se les concede una oportunidad, socialmente responsables."

No tengo mucho más que aportar, me ha gustado mucho, Steinbeck escribe de manera que hace fácil leerle y en este caso, me ha dejado con ganas de más. He apuntado Las uvas de la ira, claro, para mi interminable lista de lecturas pendientes.

Como siempre, mis compañeros del club han escrito sus propias, y seguramente, más acertadas opiniones. Podéis leerlas en los blogs de CarmenNDPau y en el blog del club, que lo tiene Newland en préstamo.

En dos meses, volvemos con Shakespeare. Este año triunfamos.

1 comentario:

El niño desgraciaíto dijo...

Las uvas de la ira es un gran libro. Seguro que te gusta.