jueves, 7 de abril de 2016

Libros: El año del pensamiento mágico

"La vida cambia rápido. La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar, y la vida que conoces se acaba."

Así comienza El año del pensamiento mágico, el libro en el que Joan Didion se enfrenta a sus mayores tragedias personales: la grave enfermedad de su hija (que acabaría falleciendo en 2005) durante la cual falleció su marido de un infarto. En Navidades, para terminar de arreglarlo.

Confieso que tenía unas expectativas tan altas con este libro que me ha sido imposible no acabar decepcionada. Es bueno, pero me esperaba más.

La primera mitad del libro es demoledora, Didion te hace sentir su desgarro, su dolor, te explica muy bien por qué hace lo que hace y por qué esos pensamientos que en teoría son muy locos tienen todo el sentido del mundo: cómo voy a regalar sus zapatos, cuando vuelva no puede estar sin ellos...te parte el corazón. 

Seguramente no ha terminado de acertar conmigo por un tema puramente personal, lo he leído desde la feliz ignorancia de quien sólo ha sufrido en su vida pérdidas esperadas, lógicas y que mantienen el teórico orden natural de la vida. 

"Esto es un intento por encontrar sentido al tiempo que siguió, a las semanas y meses que desbarataron cualquier idea previa que yo tuviera sobre la muerte, la enfermedad, la probabilidad y la suerte, la buena o la mala fortuna, sobre el matrimonio y los hijos y el recuerdo, sobre el dolor y los modos en que la gente se plantea o no el hecho de que la vida acaba, sobre la precariedad de la cordura y sobre la vida misma."

Realmente este libro va de eso, de su camino por el duelo, desde el dolor más absoluto...

"El desconsuelo, cuando llega, no tiene nada que ver con lo que esperamos (...) el desconsuelo es diferente. El desconsuelo no tiene distancia. El desconsuelo llega en oleadas, en acometidas, en repentinos arrebatos que debilitan las rodillas, ciegan los ojos y borran la cotidianeidad de la vida."

...hasta el momento de juntar su dolor con la realidad, hasta que la ves asumir que puede gestionar la ausencia como mejor le parezca, pero que eso en realidad no va a cambiar nada.

"Comprendí que daba igual cuál fuera la respuesta a mi pregunta. Había ocurrido. Esa era la nueva realidad que tenía delante."

Recomendado sólo para momentos o de mucha pena para poder regodearte en tu pena o de mucha paz con el mundo para que te rompa el corazón lo menos posible.


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